César Vallejo es el máximo exponente de la poesía peruana. Nacido en Santiago de Chuco, La Libertad, un 16 de marzo de 1892. Fue el menor de once hermanos y vivió en medio de una econonomía precaria.
En 1918, Vallejo se trasladó a Lima, y decide estudiar Letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En ese año publica Los heraldos negros (1919), con influencias del Modernismo, obra en la que ya encontramos los albores de una nueva poesía, de porte social y humanista. Ya Mariátegui indicaba: "El primer libro de César Vallejo, Los heraldos negros, es el orto de una nueva poesía en el Perú".
Vallejo se dedica a dictar clases en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe. Decide visitar a su pueblo natal y se termina involucrando en violentos eventos, los cuales lo llevarán a ser injustamente encarcelado durante cuatro meses. En la cárcel, escribe una de sus obras más vertiginosas: Trilce (1922), que romperá con los parámetros literarios y engendrarán un nuevo estilo y lenguaje.
En 1923 Vallejo abandonará su nación para no volver, rumbo a París. Se quedará encantado con la bohemia francesa. Se sumarán toda una gama de emociones que el escritor vivirá, uniendo a esto la muerte de su padre, y tratará de representarlas en varios poemas en prosa: aquí nace Poemas humanos (1924).
En 1927 conoce a Georgette Philippart, quien sería su esposa y acompañaría a Vallejo hasta sus últimos días. En los siguientes años, Vallejo viaja por toda Europa, pero frecuenta naciones como Rusia y España. Convencido del pensamiento marxista, se afilia al Partido Comunista de España y publica su novela El tungsteno (1931).
Al desatarse la Guerra Civil Española, Vallejo apoya al bando republicano. Para el año 1937 escribe su reconocido poema España, aparta de mí este cáliz.
Vallejo cae enfermo un 13 de marzo de 1938, y muere un 15 de abril del mismo año, después de una penosa agonía. A sus 46 años, nos dejó un gran legado. Ahora te manifiesto CÉSAR VALLEJO, HOMBRE MAGNÁNIMO, IRRADIADOR DE CONOCIMIENTO Y MÁXIMO EXPONENTE DE LAS LETRAS PERUANAS, GRACIAS VALLEJO, POR ESTE INVALUABLE LEGADO. TE DOY LAS GRACIAS HASTA EL INFINITO.
Lamentablemente Vallejo se fue de su nación debido a los graves infortunios que vivió en el Perú, y este pesar lo plasmó en su poema Piedra negra sobre una piedra blanca:
...
"César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos..."
LOS HERALDOS NEGROS
Los temas que trató en su primer libro fueron: el dolor, la familia, el sufrimiento y Dios.
Poesía maravillosa y conmovedora.
Ahora les dejo uno de sus poemas que es uno de mis favoritos:
LOS DADOS ETERNOS
Dios mío, estoy llorando el sér que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado.
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.
Dios mío, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.
En 1918, Vallejo se trasladó a Lima, y decide estudiar Letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En ese año publica Los heraldos negros (1919), con influencias del Modernismo, obra en la que ya encontramos los albores de una nueva poesía, de porte social y humanista. Ya Mariátegui indicaba: "El primer libro de César Vallejo, Los heraldos negros, es el orto de una nueva poesía en el Perú".
Vallejo se dedica a dictar clases en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe. Decide visitar a su pueblo natal y se termina involucrando en violentos eventos, los cuales lo llevarán a ser injustamente encarcelado durante cuatro meses. En la cárcel, escribe una de sus obras más vertiginosas: Trilce (1922), que romperá con los parámetros literarios y engendrarán un nuevo estilo y lenguaje.
En 1923 Vallejo abandonará su nación para no volver, rumbo a París. Se quedará encantado con la bohemia francesa. Se sumarán toda una gama de emociones que el escritor vivirá, uniendo a esto la muerte de su padre, y tratará de representarlas en varios poemas en prosa: aquí nace Poemas humanos (1924).
En 1927 conoce a Georgette Philippart, quien sería su esposa y acompañaría a Vallejo hasta sus últimos días. En los siguientes años, Vallejo viaja por toda Europa, pero frecuenta naciones como Rusia y España. Convencido del pensamiento marxista, se afilia al Partido Comunista de España y publica su novela El tungsteno (1931).
Al desatarse la Guerra Civil Española, Vallejo apoya al bando republicano. Para el año 1937 escribe su reconocido poema España, aparta de mí este cáliz.
Vallejo cae enfermo un 13 de marzo de 1938, y muere un 15 de abril del mismo año, después de una penosa agonía. A sus 46 años, nos dejó un gran legado. Ahora te manifiesto CÉSAR VALLEJO, HOMBRE MAGNÁNIMO, IRRADIADOR DE CONOCIMIENTO Y MÁXIMO EXPONENTE DE LAS LETRAS PERUANAS, GRACIAS VALLEJO, POR ESTE INVALUABLE LEGADO. TE DOY LAS GRACIAS HASTA EL INFINITO.
Lamentablemente Vallejo se fue de su nación debido a los graves infortunios que vivió en el Perú, y este pesar lo plasmó en su poema Piedra negra sobre una piedra blanca:
...
"César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos..."
LOS HERALDOS NEGROS
Los temas que trató en su primer libro fueron: el dolor, la familia, el sufrimiento y Dios.
Poesía maravillosa y conmovedora.
Ahora les dejo uno de sus poemas que es uno de mis favoritos:
LOS DADOS ETERNOS
Dios mío, estoy llorando el sér que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado.
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.
Dios mío, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.